Ayer me acosté y cerré los ojos. Me desperté y vi una escalera sobre el agua. Un río. No. El mar. Vos en la orilla mirando cómo subo la escalera. Pero no hay tope. Me saludás desde abajo. No te llego a ver bien.
Un pájaro-misil se zambulle, y cuando sale ya no es más un misil-pájaro. Soy yo.
Lentamente salgo del agua y me acerco adonde estás vos. Te doy la mano y juntos miramos el horizonte. Sonreís y yo sonrío a tu tiempo.
Damos un paso y logramos pisar el horizonte (esa línea). Es blando y mullido, como una ameba. Nos dan ganas de dormir ahí, en forma de semilla.
Me despierto. Esa imagen desaparece. Estalla.
Estamos los dos en la cama. Hace frío. Me tapás. Entre los dos, la rayuela.
-¿café con leche?-
-si, dale.-
y nuestras cabezas como pájaros.
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